miércoles, 21 de diciembre de 2016

Museo Pompidou de Málaga: raro se queda corto.

Bueno pues el domingo estuve en el Pompidou y no tengo más remedio que contar un poco mi visita. Para empezar diré que tengo la mente abierta y, aunque no es que sea una experta en arte, soy capaz de apreciar el trabajo aunque no esté dentro de mis gustos.
Al principio, había una sala con un montón de monitores que mostraban muchas caras de gente de diferentes razas haciendo muecas o gestos, era raro pero estaba curioso. Un poco más adelante empezaron los cuadros, eran todos raros. En la primera sala había uno de Chagall y no estaba mal del todo, y eso que no me hace mucho tilín, pero el de Picasso, es que no me gusta casi nada de él, que le voy a hacer.
Más adelante había una especie de escultura o montaje con cosas viejas y un pájaro disecado y en una esquina en el techo había una especie de cabeza de plástico en la que se proyectaba la cara de un fulano que parecía estar cabreado, el tío cambiaba la expresión pero siempre cabreado, después de mirarlo un rato no sabía que opinar de aquello, pero es que más adelante había otros montajes de esos de cabezas  con proyecciones: en una eran dos fulanos discutiendo en francés, como para enterarse y otra... bueno, a ver, yo empecé a escuchar a una mujer que parecía que le dolía algo y cuando me acerco y doblo la esquina veo un trapo rojo en el suelo simulando alguien acostado de lado y la cabeza de plástico que tenía la proyección de una cara de mujer que parecía que estaba estreñida o pariendo o yo que sé, ¡y no veáis los gritos que pegaba a ratos! A mí que me lo expliquen.
Había una sala que era como un vestidor, del techo al suelo, y en todas las paredes llenas de ropa colgada, pero ropa antigua, como de mediados del siglo XX, creo que todo eran chaquetas o abrigos, pero todo en tonos deprimentes como marrones y grises y encima la iluminación no era muy alegre. Era raro pero no sé por qué,  me gustó, me recordaba una tienda de ropa que había en la Av. de La Paloma e iba con mi madre cuando yo era chica y era así con ropa colgada y mostrador de madera oscura.
Había una sala para lxs niñxs, con cacharros  y cosas que tocar y mover y allá que fui, a tocar y revolver, porque la niña que llevo dentro sale muuuuchas veces, aquella sala fue la que más me gustó junto con otra de la que pongo foto:

Son 133 figuras hechas con papel de aluminio por el artista francés  Kader Attia, la instalación se titula "Ghost" y representa el drama anónimo de la emigración y la guerra (eso lo explica allí el cartel que hay junto a la obra). Las figuras se hicieron ahí, envolviendo a alumnos de Bellas Artes que tenían que estar quietos y luego se extraía la figura resultante. La verdad es que me gustó, está chulo.
Luego había una sala que era de mujeres artistas que era todo raro y agobiante y encima, justo al lado, otra sala con unas pequeñas vitrinas con pajarillos disecados y vestidos con ropitas de punto, en fin, sin comentarios.
En la otra planta había una exposición de maquetas de arquitectura de edificios o urbanizaciones y fotos de los mismos ya construídos, al menos no era raro.
Al final, hay un sitio para dejar las audioguías (que apenas usé porque se enrollaban como persianas y si lo escucho todo aún estaría allí) y un panel grande para pegar post-it que podías escribir con tus opiniones y que estaban ahí al lado para usarlos. Mi hijo y yo escribimos algo y lo pegamos, y también me entretuve en leer lo que habían escrito otras personas, en varios idiomas, hasta que encontré uno que describía muy bien lo que podía sentir mucha gente viendo aquellas obras: "Truños como puños".
Pero vaya, que hay gustos para todxs, aunque a mí me gustó mucho más el Museo Ruso.


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